Los Santos Maestros de la Oracion

I. EN LA ESCUELA DE LA REVELACIÓN 28 Precisamente porque es una acción de gracias anticipada, esta oración constituye una revelación excepcional de la vida interior de Jesús, su unión filial con el Padre en la confianza más absoluta. No sólo es una revelación, sino también una acción altamente eficaz que anticipa todo lo que sucederá, dándole una nueva dimensión, un contenido diferente. La acción de gracias de Jesús fija la orientación de todo el acontecimiento final de Jesús: institución de la Eucaristía, Pasión y Resurrección. Hace que todo este acontecimiento sea un sacrificio de acción de gracias, una eucaristía, cuya conclusión es la resurrección. Podemos afirmar, entonces, que todo depende de esta acción de gracias y, en particular, que la resurrección de Jesús es su fruto más evidente. Jesús ha resucitado, porque ha transformado su muerte en sacrificio de acción de gracias. 4. Observaciones sobre el sacrificio de acción de gracias de Jesús El sacrificio de acción de gracias se practicaba muy a menudo en el Antiguo Testamento. Sin embargo, debemos señalar que en el episodio de la Última Cena el orden de las cosas es muy sorprendente. El esquema habitual en el Antiguo Testamento es el siguiente: una persona está en peligro de muerte; entonces, invoca a Dios con oraciones fervientes y le promete ofrecer un sacrificio de acción de gracias, si se libra de la muerte; efectivamente, la persona se libra de la muerte y a continuación va al templo para ofrecer, en medio de la asamblea en fiesta, el sacrificio de acción de gracias, que se concluye con una comida comunitaria, en la que todos comen con alegría las víctimas inmoladas. Varios salmos presentan la primera parte de este esquema: descripción del peligro, invocación para ser liberados de él, promesa del sacrificio votivo. Así, por ejemplo, el Sal 22. La primera parte de este salmo describe una situación de extremo peligro, percibida como un alejarse de Dios: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Tu salvación está lejos de mí... Me rodea una manada de novillos, me acorralan toros de Basán... Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores». Esta situación provoca una súplica dirigida a Dios: «Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. Libra mi cuello de la espada y mi vida de las garras del perro» (vv. 20-21). Junto con la petición, por parte del orante, hay una promesa de un rito de acción de gracias: «Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea» (v. 23). Todo el resto del salmo se refiere a lo que el fiel dirá, después de haber sido salvado, en el momento en que «cumpliré mis votos delante de los fieles» (v. 26). A continuación se anunció la comida de comunión: los pobres comerán hasta saciarse» (v. 27). Peligro, súplica, promesa de acción de gracias después de la salvación implorada: este es el esquema normal del sacrificio de acción de gracias en el Antiguo Testamento.

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