Los Santos Maestros de la Oracion

1. Jesús, modelo de oración 23 y de rebelarse contra Dios. De hecho, durante el éxodo, una situación como ésta había dado lugar a lamentos, exasperación y la rebelión del pueblo (cf. Ex 16, 1-3; 11 Núm 11, 4-6). En dicha situación, sin embargo, Jesús toma los cinco panes, levanta los ojos al cielo y bendice al Padre celestial. No se lamenta de lo que tiene; da gracias por lo que ha recibido. Y este contacto agradecido con Dios su Padre desbloquea la situación. Jesús se ha remonta a la fuente de todo bien. Como dice Santiago, «toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto y desciende del Padre de las luces» (Sant 1, 17). A través de la gratitud Jesús ha abierto el camino a la bondad de Dios, que da a todos en abundancia: todos comieron hasta saciarse y después de la comida se recogieron doce canastos de panes que habían sobrado. Si, en lugar de quejarnos de lo que no tenemos, diéramos gracias a Dios por lo que él nos ha dado, en muchas circunstancias nuestra situación cambiaría, se transformaría y podríamos, con la gracia generosa de Dios, hacer cosas maravillosas. La fundadora de las Hermanitas de los Pobres, la beata Juana Jugan, nos da un ejemplo de ello. Le decía a una persona que se maravillaba de su éxito, que empezó de la nada y había logrado socorrer a miles de personas ancianas: «He sido bendecida, porque siempre he dado muchas gracias a la Providencia». Había imitado el agradecimiento de Jesús antes de la multiplicación de los panes y luego había hecho cosas sorprendentes con la ayuda del Padre celestial. Otro aspecto se debe destacar todavía en este episodio de la multiplicación de los panes. ¿De qué da gracias Jesús exactamente? ¿Porque tiene él algo para comer? Esta es la situación normal: te damos gracias por los alimentos que comemos. Pero éste no es el punto de vista de Jesús. Él no pidió los panes para sí mismo, sino para distribuirlos a los demás. Ningún evangelista dice que Jesús en esa ocasión haya comido; todos dicen que él dio los panes, los repartió. Jesús da gracias a Dios, no por tener algo para comer, sino por tener algo que dar. El Padre celestial es el que da; Jesús da gracias al Padre por la oportunidad que tiene de unirse a la acción del Padre, a la obra generosa del Padre: «Padre, te doy las gracias por estos panes que tú has puesto en mis manos, para que pueda, al distribuirlos, participar así en tu vida de amor y de don». La actitud de Jesús es muy diferente de nuestra actitud interesada. Nos apoderamos de los dones de Dios y siempre pedimos nuevos para nosotros mismos; Jesús, en cambio, ve en los dones de Dios la posibilidad de dar a los demás y dar gracias, abandonándose con confianza a la generosidad del Padre. 3.4. La resurrección de Lázaro En el tercer episodio —la resurrección de Lázaro—, el aspecto de confianza es aún más evidente y más sorprendente. Esta vez la acción de gracias de Jesús es más explícita. En lugar de un simple participio —«habiendo dado gracias»— que forma parte del relato, encontramos un indicativo de la persona misma. Frente a la tumba de Lázaro, Jesús levanta los ojos y se dirige al Padre celestial, diciendo: «Padre, te doy gracias»

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