Los Santos Maestros de la Oracion

1. Jesús, modelo de oración 21 dice de sus obras: «Las obras que el Padre me ha dado realizar» (Jn 5, 36), o también, dirigiéndose al Padre: «La obra que me has encomendado realizar» (Jn 17, 4). Jesús dice de sus discípulos al Padre: «Eran tuyos, y tú me los has dado a mí» (Jn 17, 6); a continuación, añade: «Yo ruego por los que me has dado, porque son tuyos. Todo lo que tengo es tuyo y todo lo que tienes es mío» (Jn 17, 9-10). Esta última frase es la expresión más completa del reconocimiento filial de Jesús, que junta la humildad más radical con la gloria más alta: humildad, cuando Jesús reconoce que no tiene nada por sí mismo: «Todo lo mío es tuyo»; gloria, cuando reconoce que el Padre le ha hecho dueño de todo: «Todo lo tuyo es mío». 3.1. Las circunstancias de la acción de gracias Volvamos a nuestros textos, para interpretarlos a la luz de este continuo intercambio de amor entre el Padre y el Hijo: amor generoso del Padre, amor agradecido del Hijo. ¿En qué circunstancias se ha manifestado el agradecimiento continuo de Jesús? Podemos constatar que se trata siempre de circunstancias en las que a nosotros no nos habría venido en absoluto la idea de dar gracias a Dios. Por lo tanto, cada vez tenemos algo que aprender, algo que corregir en nuestras actitudes interiores, si queremos tomar como modelo de oración de Jesús. Hemos recordado cuatro episodios; ahora los reexaminaremos en el siguiente orden: — L a efusión del alma de Jesús, que da gracias al Padre por la revelación de los misterios (Mt 11, 25, Lc 10, 21). — La multiplicación de los panes; (Mateo 14, 19 y par.; 15, 36 y par.). — Jesús ante la tumba de Lázaro (Jn 11, 41). — Jesús en la Última Cena (1Cor 11, 24, Lc 22, 19, Mt 26, 26-27, Mc 14, 22-23). 3.2. La oración de exultación No sabemos exactamente en qué circunstancias Jesús se regocijó en el Espíritu Santo y manifestó su reconocimiento por la forma en que el Padre guiaba los acontecimientos. Lucas coloca el episodio tras el regreso de los setenta discípulos, Mateo después de las invectivas de Jesús contra las ciudades cercanas al lago de Genesaret. Pero el contenido mismo de las palabras de Jesús muestra que se trataba de circunstancias desconcertantes y, más concretamente, de un fracaso del ministerio de Jesús. Su mensaje no había sido bien acogido por las personas más inteligentes, por aquellos que, en principio, debían ser las personas más preparadas para entender y valorar, incluso las más capaces de ejercitar una influencia decisiva en muchos otros. En sí mismo, este fracaso constituía una gran decepción. Por otro lado debía suscitar grandes preocupaciones por el futuro del ministerio de Jesús. ¿Cómo habría sido posible continuar, con la incomprensión y la hostilidad de personas influyentes? Los

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