Orar en la enfermedad y en la muerte

116 117 La muerte: una perspectiva teologal Pablo Cervera Barranco Recientement ha muerto el destacado pensador británico Sir Roger Scrouton. El filósofo había pasado por duras épocas de descalificación e infamias, pero con el paso del tiempo fue restaurado en su fama social y no se dejó llevar por el resentimiento. A la humillación pública siguió un cáncer fulminante. Acercándose al final de sus días, pronunció unas palabras dignas de ser meditadas: «Al acercarte a la muerte, empiezas a saber cuál es el significado de la vida. Y lo que significa es gratitud»1. Efectivamente, sus palabras merecen una doble consideración: curiosamente, la muerte tiene que ver con el sentido de la vida. No es paradójico. Desde el final y ante el final se afronta en su crudeza y sin dilación el sentido último de la vida. Nadie quiere morir, y detrás queda un rastro de existencia que pide un «de dónde» y un «hacia dónde», un porqué, o mejor, un para qué o para quién. Son preguntas antropológicas estas con horizonte de transcendencia, sin duda, a menos que uno sea un cínico. Con razón decía el gran catedrático de Münster: «La interpretación de la muerte es algo que depende de la concepción que se tenga sobre el hombre y sobre su existencia corporal»2. Incluso las respuestas existencialistas de la filosofía de mitad del siglo pasado –aunque abundaron en sus soflamas: «El hombre es un ser para la muerte» (Heidegger), «el hombre es una pasión inútil» (Sartre), el hombre es un fracaso…– no fueron consecuentes con sus planeamientos, como ellos mismos reconocieron, pues su final lógico debería haber 1 https://www.abc.es/cultura/cultural/abci-roger-scruton-amor- y-pedagogia-frente-resentimiento-202001190039_noticia.html. 2 J. Pieper, Muerte e inmortalidad (Herder, Barcelona 1970) 51. sido el suicidio, como afirmó con razón Albert Camus en El mito de Sísifo. 1. Gratitud y drama del que se va Que la gratitud sea el significado del sentido de la vida ante la muerte es el segundo aspecto en el que nos invita a reflexionar Scrouton. Uno es agradecido ante el don recibido. El agradecimiento no suele ser una estructura humana de nuestro tiempo puesto que vivimos en la época de los derechos: todo se nos debe, pagamos nuestros impuestos, hemos mercantilizado la existencia, derechos humanos, laborales… Por todas partes. Y no solo se trata de que se haya perdido la urbanidad o la buena educación. La cuestión es más estructural. El agradecimiento nos sitúa ante el don no debido, ante el regalo que no esconde un interés oculto. La mirada retrospectiva de la existencia nos hace ver muchos dones: ante todo, curiosamente, somos fruto del don, de la donación interpersonal amorosa de nuestros padres. Recibirse como don no es experiencia fácil, no es algo que se deba dar humanamente por descontado. Cuando san Ignacio de Loyola, al comienzo de sus Ejercicios Espirituales , sitúa al ejercitante en el «principio y fundamento», pretende precisamente eso. No se trata de una meditación ni de una contemplación. El «principio y fundamento» es una consideración que arroja el inicio y basamento sobre el que se construye cualquier relación con Dios como fuente del ser. «El hombre ES creado», es decir, es sostenido de modo permanente por quien tiene ese poder. Pantocrátor, precisamente, quiere decir en griego el que todo ( pantós ) lo sostiene ( kratein). Sin su aliento vital y «creación permanente» el hombre sería un soplo sin ser3. El ejercicio ignaciano consiste en tomar la conciencia y actitud de que todo en él ES recibido. 3 Para un ulterior desarrollo cf. P. Cervera, Operación a Corazón abierto. El corazón del hombre ante el Corazón de Cristo. Ocho días de Ejercicios Espirituales Ignacianos (BAC, Madrid 32018) 3-32.

RkJQdWJsaXNoZXIy NzMzNzY=