Orar en la enfermedad y en la muerte

80 81 Oración durante el enterramiento en el cementerio Invitación a la oración Quien preside la oración podrá invitar a las personas a reunirse con estas palabras u otras similares. En ese lugar donde tantos hombres y mujeres vienen a reunirse sobre la tumba de un ser querido, tengamos un tiempo de silencio para orar, para recordar. Cántico de Simeón Si es apropiado, se podrá decir este cántico. Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu salvador a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo… Antes de bajar el ataúd, se podrá recitar el Padre nuestro. Oración por el difunto ◆ En todas las circunstancias Señor, tú acoges toda oración verdadera y escuchas las llamadas de nuestro corazón. Con todo nuestro afecto, hemos acompañado hasta aquí a N. Que encuentre junto a ti la paz y la alegría con que tú le llamas a entrar en tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. O bien: Señor Jesús, antes de resucitar, reposaste tres días en la tierra. En el momento de enterrar a nuestro hermano/hermana te pedimos a ti, la Resurrección y la Vida: concede a N. que repose en la paz de tu reino para que contemple tu gloria por los siglos de los siglos. Amén. Señor Jesucristo, que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti, de tal forma que la sepultura no solo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección, [dígnate bendecir esta tumba y] concede a nuestro hermano/nuestra hermana N. descansar aquí de sus fatigas, durmiendo en la paz de este sepulcro, hasta el día en que tú, que eres la Resurrección y la Vida, lo/la resucites y lo/la ilumines con la contemplación de tu rostro glorioso. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. ◆ Por un difunto joven Señor, contempla nuestra incomprensión ante la muerte de N. Su vida comenzaba apenas a florecer y aquí está, segada. Tú que nos has dado la alegría de verle/verla asumir su lugar en este mundo, acógele/acógela en tu casa como un Padre. Concédele/concédela que participe felizmente en la eterna juventud de tu Hijo amado. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. ◆ Por un niño pequeño Dios de ternura y amor, tú no te complaces en la muerte de tus hijos. Tú que lloraste a tu amigo Lázaro, mira la tristeza que nos embarga en este día. Haz que creamos, a pesar de

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